Sólo la derecha puede

Por Gideon Levy
Haaretz
Traducido para Rebelión por Nadia Hasan

Las buenas noticias desde los territorios ocupados, es que Hamas ganó las elecciones. Opuesto a lo que el coro de intimidación nacional está diciendo – hablando al unísono desde Benjamín Netanyahu hasta Ami Ayalon – el cambio político en Palestina puede ser una buena noticia. No es que la victoria de una organización extremista religiosa no suponga peligros y problemas, y que un movimiento secular, moderado e incorrupto sería preferible. Pero, en su ausencia, uno puede encontrar algunos puntos favorables en la victoria de Hamas.

Primero, estos son resultados muy auténticos, alcanzados a través de elecciones democráticas, a pesar de que tomaron lugar bajo las mínimas condiciones democráticas imaginables, la Ocupación. Como siempre, nuestros expertos nos amenazaron con “anarquía”, y como siempre, los palestinos no cumplieron esas expectativas. No hubo disparos o disturbios, el pueblo palestino se comportó con un orden admirable. Dijo “no” a un movimiento que no trajo ningún logro en la justa lucha contra la ocupación, y dijo “si” a aquellos que aparecen, para los votantes, como valientes y con manos limpias. El asunto religioso fue dejado a un lado: Es seguro afirmar que la mayoría de los palestinos no quieren un estado religioso; ellos quieren un estado libre.

Segundo, tanto los israelíes como los palestinos pueden aprender lecciones importantes a partir del resultado de la elección. Los israelíes tienen finalmente que aprender que utilizando la fuerza no se lograrán los resultados deseados. Por el contrario. En los últimos años, hasta la tahadiyeh, la tregua, no pasó ni un solo mes en que no hayamos escuchado de la eliminación de otro oficial “superior” de Hamas. De asesinato en asesinato, el movimiento sólo se fortaleció. La conclusión: La fuerza no es la respuesta.

Los palestinos también deben aprender que fue la moderación del movimiento lo que trajo la victoria. Hamas no ganó gracias a los ataques terroristas, ganó ampliamente a pesar del terrorismo. Se ha moderado en los últimos meses, cambiado su piel, aceptado una tregua que ha durando desde noviembre del 2004. Durante todo esto, su poder solo ha crecido. En oposición a la fragmentación de Fatah, cuyos líderes no tienen control sobre lo que pasa en el terreno, cuando Hamas quiere, incluso un arma de juguete no puede ser disparada. Los pocos ataques terroristas de los últimos meses no fueron el trabajo del grupo violento y asesino que conocemos. Esta es una lección importante. Sólo Hamas puede verdaderamente luchar contra el terrorismo. La guerra que Israel lleva a cabo contra el terrorismo, con innumerables asesinatos, demoliciones, arrestos y detenciones, ha sido menos efectiva que las juiciosas decisiones de los líderes de Hamas.

Hay más buenas noticias. ¿Sólo la derecha puede hacerlo? Si este punto de vista es verdadero, si sólo personas de la derecha pueden lograr la paz, como Ariel Sharon por nuestro lado, entonces estamos enfrentando ahora un nuevo cambio que no deberíamos perder. Un acuerdo de paz con Hamas será mucho más estable y viable que cualquier acuerdo que nosotros firmaáramos con la OLP, si Hamas se opusiera. Hamas puede hacer concesiones donde Fatah nunca se hubiera atrevido. En ningún caso, el Hamas que forma el gobierno será el mismo Hamas que manda bombarderos suicidas. La comparación con organizaciones terroristas internacionales también es absurda: Hamas es un movimiento que lucha por objetivos nacionales limitados. Si Israel quisiera alejar a los extremistas entre sus enemigos, entonces quizás debería alcanzar un acuerdo real que ponga un fin al tumor de la Ocupación y a la maldición del terrorismo.

Para tal efecto, ambos lados, Israel y Hamas, deben liberarse de los lemas del pasado. Los que plantean condiciones previas, como desarmar a Hamas, perderán la oportunidad. Es imposible esperar que Hamas se desarme, tal como es imposible esperar que Israel lo haga. En los ojos de los palestinos, las armas de Hamas están destinadas a luchar contra la ocupación, y, como es bien sabido, la ocupación no ha terminado. Prácticamente, y de hecho moralmente, los armados son armados si es que ellos están equipados con lanzadores F-16s o Qassam. Si es que Israel se comprometiera a dejar de asesinar operativos de Hamas, habría razonas para asumir que Hamas estaría de acuerdo, al menos por un tiempo, de bajar sus armas. Los meses de tahadiyeh probaron esto, incluso cuando Israel no cesó su propio fuego. En los meses que se avecinan, los riesgos de ataques terroristas se reducirán: Un movimiento que quiere consolidar su régimen y ganar el reconocimiento internacional, no estará ocupado con terrorismo. Ni tampoco permitirá que la Jihad Islámica se robe el espectáculo.

Ahora es tiempo de extender el brazo a Hamas, el cual está desesperado por el reconocimiento internacional, especialmente norteamericano, y sabe que ese reconocimiento pasa a través de Israel. Si Israel fuera amistoso hacia Hamas, podría beneficiarse. No que Hamas de una sola vez renuncie a todas sus demandas extremistas y sus sueños irreales, pero sabrán, tal como alguno de sus líderes han declarado, de ponerlos a un lado si es que sirve a sus intereses. Israel, que en cualquier caso no habló con Yasser Arafat o Mahmoud Abbas, tiene ahora una oportunidad para sorprender. En vez de perder más años con rechazionismo, en el que al final del cual nos sentaremos con Hamas en cualquier caso, acerquémonos a este grupo extremista ahora, que fue democráticamente elegido. Israel no tiene nada que perder con este acercamiento. Nosotros ya hemos visto los logros alcanzados por medio de asesinatos y demoliciones, desarraigos y cárceles, ya hemos visto satisfechas esas políticas frente a nuestros ojos: Hamas ganó las elecciones.